El cesto de la ropa sucia (de IKEA) ha sido la causa de nuestra primera discusión seria. No daré nombres, pero una de las facciones opina que es pequeño y la otra opina que cuando esté lleno seguramente será un buen momento para poner una lavadora.
Normalmente cuando tres tíos adultos, tripudos y peludos se gritan con una cerveza en la mano suelen estar hablando de fútbol. Así que sorprende ver cómo una de estas conversaciones se acaba con un "¡No pienso poner mis tangas con vuestros calzoncillos!".
El tema fue zanjado en seco y no se ha vuelto a plantear, pero como resultado del enfrentamiento (especulo), esta semana tenemos escasez de platos (quedan cuatro) y ha habido un alarmante aumento en el número de cuchillos que hay en casa. La mayoría grandes y sólidos, nuevos, de buen filo. También hay uno pequeño al que al parecer llaman "puntilla", que tampoco me da buena espina. Tiene una mirada siniestra.
Así que he decidido prepararme: esta semana estoy leyendo "Cómo llegué a odiar a mis compañeros de piso", de Meritxell Gil, editado por Diavolo. Instructivo. Muy instructivo. Le he escrito un mail, pidiéndole la segunda parte: "Cómo llegué a deshacerme de mis compañeros de piso".
Si vis pacem, para bellum. No te digo na y te lo digo to.
Voy a ver Dexter.
Normalmente cuando tres tíos adultos, tripudos y peludos se gritan con una cerveza en la mano suelen estar hablando de fútbol. Así que sorprende ver cómo una de estas conversaciones se acaba con un "¡No pienso poner mis tangas con vuestros calzoncillos!".
El tema fue zanjado en seco y no se ha vuelto a plantear, pero como resultado del enfrentamiento (especulo), esta semana tenemos escasez de platos (quedan cuatro) y ha habido un alarmante aumento en el número de cuchillos que hay en casa. La mayoría grandes y sólidos, nuevos, de buen filo. También hay uno pequeño al que al parecer llaman "puntilla", que tampoco me da buena espina. Tiene una mirada siniestra.
Así que he decidido prepararme: esta semana estoy leyendo "Cómo llegué a odiar a mis compañeros de piso", de Meritxell Gil, editado por Diavolo. Instructivo. Muy instructivo. Le he escrito un mail, pidiéndole la segunda parte: "Cómo llegué a deshacerme de mis compañeros de piso".
Si vis pacem, para bellum. No te digo na y te lo digo to.
Voy a ver Dexter.
Una posible solución es que cada cual tenga su cesto en su habitación, por que si poneis lavadoras conjuntas: ¿quien la pone a secar? ¿el que tenga más tangas/calzonzillos? ¿por turnos? ¿el pringao que pasa mas horas en casa (hola J!!)?
ResponderEliminarAh! Esto va a ser muy muy divertido (para los que no vamos a vivir alli...)
Oye que yo no he recibido nada, ¿eh? Como "desacerse" de un compañero de piso creo que ya haces bien viendo a Dexter pero tomas más ideas con lo de los casos reales del mediodía de la sexta... Un saludo y gracias por leer mi libro!!
ResponderEliminarPues no lo había visto desde este punto de vista. Hace poco fui designado Comprador Oficial de Enseres y Alimentos Básicos, lo cual me obligará a andar una media hora cada mañana hasta la Panadería Oficial Designada, que está en Pernambuco (Brasil).
ResponderEliminarAl volver de la expedición tendría que colgar los tangas mientras limpio mis heridas con alcohol... Acabo de cambiar de facción.
@Meri Gil: Eso es el cartero. En mi barrio viene cuando viene y nunca acierta el buzón correcto. Tú mira bien y si no pregunta a los vecinos. En el mail no te lo decía, pero si haces segunda parte espero poderte proporcionar detalles escabrosos. Seguro que suben las ventas. Todo sea por la literatura.
ResponderEliminarYa que has metido a Dexter de por medio, te diré que en casa le hemos puesto nombre al cuchillo más grande que tenemos y que compramos en Ikea hace meses. Precisamente Dexter.
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